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¿Cómo llegaron los calentadores de agua a nuestros hogares?

La importancia de seguir los requisitos en el calentamiento del agua

Quizás ya estemos tan acostumbrados a las comodidades con las que contamos diariamente, que ni se nos ocurra preguntarnos de dónde salieron estos inventos. Lo cierto es que la historia detrás de ellos puede ser tan interesante como la manera en que funcionan. Hoy traemos para ti, una breve historia sobre el calentador de agua. Si quieres cultivar tu acervo cultural, no dejes de leer:

Imagina tener que ducharte con agua fría todo el tiempo o tener que utilizar prácticas rústicas como calentar agua en una cubeta, en unas hornillas… qué tardado y molesto ¿no crees? Durante los últimos cien años, miles de ingenieros, inventores y hasta artistas, han venido diseñando lo que son maneras más fáciles y cómodas de calentar la ducha, puesto que es una necesidad básica del hombre actual. Quizás no lo hubiera sido en algún tiempo (recordemos que en la Europa medieval los sistemas de atracción de agua limpia eran muy defectuosos y dificultaban también una higiene apta), pero ahora, es tan necesario y cotidiano como respirar.

En la antigua Roma y, de hecho en las grandes civilizaciones antiguas, la manera en que lavaban su cuerpo era calentando agua y vertiéndola en sus contenedores como tinas, piscinas y jacuzzis (los cuales por supuesto, tenían otro nombre). Lo complicado de esto, como ya comentábamos previamente, era la logística de llevar el agua caliente hasta donde se encontraba el contenedor, puesto que mangueras, tuberías u otras herramientas no eran usadas.

Los sistemas de calefacción de agua que primero se utilizaron en Grecia, parecen haberse desarrollado a lo largo de varias líneas que incluyeron los hogares y las chimeneas, las estufas y los sistemas escondidos bajo los pisos. Los sistemas fijos de los hogares datan de tantos años atrás como 2500 A.C.

A veces, esta calefacción de chimeneas fue utilizada ya en el ochocientos A.D., y se extendió en Europa alrededor del siglo XIII para hervir y calentar agua. Los castillos construidos en esa época tenían chimeneas cortas hacia el exterior, como un tipo de chimeneas rústicas. Todas las chimeneas fueron construidas enteramente de piedra, pero las mejoras de la tecnología llevaron a la introducción de las tapas de chimenea, con hierro fundido diseñadas para proteger la piedra del calor directo del fuego. Seguramente has visto en películas, cómo cuelgan las calderas en la parte alta de las chimeneas, con el fuego debajo, calentando.

Durante los siguientes años la madera y el carbón eran los combustibles predominantes. Desde aquellos siglos, el agua continuó siendo calentada, generalmente, en una olla sobre el fuego de la chimenea o en una parrilla sobre la cocina. Algunas estufas tenían un depósito revestido con estaño, cobre o porcelana. Calentar bastante agua para un baño era una tarea larga que tomaba tiempo para otras actividades.

Pues bien, alrededor de los años 1850-1860, hace ya bastante tiempo, los experimentos con agua dieron precedencia a lo que hoy conocemos como calentador de agua. El inventor inglés Maughan, por ejemplo, ideó lo que se le llama “El géiser”, un primer prototipo de calentador de agua que ya permitía que el agua fuera utilizada caliente mientras corría en el baño y que no utilizaba ningún tipo de combustible sólido. Sin embargo, era bastante peligroso por su poca confección a detalle.

Este invento, de alguna manera, fungió como base para los diseños de Edwin Ruud, ingeniero mecánico de Noruega, quien presentó al mundo un calentador de agua, eléctrico, con almacenamiento automático de agua. Para 1889 ya tenía su propia compañía de calentadores de agua. Actualmente, aún sigue creando modelos de uso empresarial y de uso hogareño.

El término Géiser, como primer concepto, aún se utiliza en el Reino Unido. Otros términos incluyen: una caldera de agua eléctrica, olla de distribución eléctrica o urna de agua eléctrica.

Hasta finales de 1890, todas las formas de calentamiento de agua funcionaban con calentado y almacenado del agua. Pero los gases proporcionaron otra opción. El queroseno, la gasolina y otra gran variedad de gases se han utilizado para calentar el agua desde entonces. Algunos gases, como el acetileno, podían incluso fabricarse en el lugar. Con el advenimiento de los combustibles líquidos y gaseosos de alta energía, el calentamiento instantáneo se hizo posible. Estos combustibles eran mucho más fáciles de regular automáticamente que la madera o el carbón que se utilizaron durante décadas y décadas.

Durante los años que conformaban los 90, las reformas en los diseños y producción de los sistemas de calefacción tomaron fuerza. Fue allí cuando surgieron los calentadores eléctricos propiamente dichos, los calentadores solares y los de gas. Todos tienen, actualmente, sus ventajas y desventajas y, en realidad, puedes escoger (y te animamos a que lo hagas así), tomando en cuenta tus necesidades en el hogar.

Actualmente, existen diferentes tipos de calentadores, además, de los que ya hemos mencionado. En nuestra empresa puedes encontrar los que son eléctricos, los de gas, los de depósito, los calentadores de paso o instantáneos y los calentadores solares. ¡Pregunta rápidamente por ellos porque se acaban! Es broma, siempre tendremos algún calentador de agua esperando por ti… pero sí atrévete ya a echarle un vistazo a nuestras opciones que son tan populares en el mercado.

Si requieres de mayor asesoría, puedes consultar nuestras entradas anteriores del blog, o bien, contactarnos por medio de nuestro correo electrónico o teléfonos.

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Etiquetas: Agua caliente, Combustibles, Historia, Hogar, Tipos de calentadores

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